El Correo 24/12/2019
Por ejemplo, la contratación del tenor Javier Tomé aportó la calidad de un artista que unió a su corpórea y broncínea voz la naturalidad y grata presencia escénica. Su famosa romanza «Qué veo en Ana Mari» la cantó con expresión, lució un gran fiato y nos deparó un muy difícil filado final con gran suavidad, una particularidad complicada de conseguir en un tenor spinto de robusta voz como es la suya.