Ni que decir tiene que la actuación del tenor Javier Tomé derrochó seguridad. El karranzano cantó valiente y sin temor a los agudos. Su broncínea y penetrante voz acompañó a una actuación escénica creible dentro de la antipatía que suscita el personaje. Cerró su canto con el final «Addio fiorito asil» brillante, entregado y en resumidas palabras, de magnífica manera.
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